Desde el comienzo de
este curso académico, en esta asignatura nos hemos enfrentado a distintos
retos, algunos más sencillos y otros menos. Sin embargo, hemos intentado
responder a todos ellos esforzándonos y trabajando en equipo, trabajando para
aprender.
Es por ello que
consideramos este cuarto problema un nuevo reto, una nueva oportunidad de
aprendizaje.
Desde este último reto
se nos anima a crear un proyecto profesional y vital para personas reales, con
necesidades de orientación específicas y que necesitan ser respondidas mediante
nuestra ayuda. Con este proyecto no sólo se intenta satisfacer las necesidades
de orientación de estas personas, sino que además nosotras adquirimos
competencias necesarias para nuestra formación.
Para comenzar, nos
gustaría conceptualizar lo que es un proyecto profesional y vital,
conceptualización que tendremos en cuenta desde el comienzo de este proceso de
orientación.
Según Bernard (1995),
para crear un proyecto profesional y vital habría que comenzar por interrogarse
sobre la propia vida, sobre el sentido que se desea darle. Desde este enfoque
hemos comenzado nuestro proceso, siendo conscientes de que lo primero que
debemos hacerle saber a nuestros orientados es que deben preguntarse sobre
ellos mismos: dejar atrás tecnicismos, reglas, conceptualizaciones que, en este
caso, no nos convienen para realizar un proyecto profesional y vital acorde a
las necesidades de hoy en día.
Además, en este proceso
de orientación hemos seguido una serie de fases, definidas por Romero (2009),
las cuales nos servirán para tener una guía común a seguir con nuestros
orientados. Estas fases que seguiremos serán las siguientes:
-
Exploración: es la primera de las tareas
vocacionales a desarrollar por parte de la persona que se orienta. Deben ser
explorados componentes tanto afectivos como cognitivos. Para nuestros
orientados usaremos el balance de competencias para completar esta fase.
-
Cristalización: desde esta fase se
construye el propio autoconcepto profesional y se elaboran las preferencias por
determinados estilos de vida y campos profesionales.
-
Especificación y decisión: esta tarea
supone aprender a descubrir nuevas ideas y formas de acción, teniendo en cuenta
el carácter evolutivo y provisional de las decisiones tomadas.
-
La realización: constituye un proceso de
anticipación y planificación de la acción a emprender una vez adoptada la
decisión. En esta fase se describe en detalle la acción que se va a llevar a
cavo y se anticipan el tiempo y las consecuencias de dicha acción.
Como hemos comentado en
la fase de exploración, el balance de competencias será la técnica global que
usaremos para llevar a cabo la fase de exploración, en la que nuestros
orientados se conocerán personalmente y serán conscientes de sus oportunidades
y limitaciones. El balance de competencias les permitirá a los trabajadores
analizar sus propias competencias profesionales y personales, con el objetivo
de definir un proyecto profesional o de formación (Echeverría, 2010).
Dentro del balance de
competencias, encontramos una serie de fases que seguiremos con amos
orientados:
-
Fase de acogida: esta fase parte de la
guía en el análisis riguroso de las demandas y necesidades de nuestros
orientados, proporcionando información clara del proceso que se va a seguir.
-
Fase de investigación: en ella la
persona orientada debe reconocerse a sí misma e identificar y reconstruir
habilidades, valorar las competencias profesionales e identificar los intereses
profesionales, entre otras tareas.
-
Fase de síntesis y devolución: es la
fase final en la que se planifica el proyecto,
se organiza el portafolio de competencias y el documento de síntesis de
todo el proceso.
En definitiva, nuestro
guión básico de trabajo es el que hemos reflejado en esta introducción; a
continuación pasaremos a especificar todas y cada una de las fases con los
resultados obtenidos.
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